Los 5 mejores libros de Alan Bennett

Los 5 mejores libros de Alan Bennett

Alan Bennett es un dramaturgo, actor, novelista y guionista británico, ganador de un Premio Tony por su obra The History Boys. ​Es autor de muchas y celebradas obras teatrales como Habeas Corpus, Forty One Years On, Kafka’s Dick o The Madness of George III.


1. Una lectora nada común

Comprar en Amazon ES Comprar en Amazon USA

Si sus célebres perros hubieran respondido a su llamada, la reina no habría descubierto el vehículo de la biblioteca móvil del ayuntamiento aparcado junto a las puertas de las cocinas del palacio, en el lugar menos regio de los jardines. Y no habría conocido a Norman, el joven y pelirrojo pinche de cocina que estaba leyendo un libro de Cecil Beaton e iba a constituirse en su peculiar asesor literario. Pero ya que estaba allí, la reina decide llevarse un libro. ¿Y qué puede interesar a alguien cuyo único oficio es mostrarse interesada? Porque una reina nunca debe ser interesante, ni tener otros intereses que los de sus súbditos. Y jamás habla de sus gustos, sólo pregunta por los de ellos.

Isabel II de Inglaterra descubre en los estantes de la biblioteca el nombre de una escritora que conoce, lvy Compton-Burnett. Tiempo atrás le había concedido un título nobiliario menor, y recordaba su tan singular peinado. Y de Compton-Burnett a Proust, que leerá en una de sus estancias en Balmoral, y de Proust a Genet, cuya sola mención hará temblar al presidente de Francia, sólo median algunos libros. Así, azarosamente, ella, que hasta entonces sólo había sido una reina, una pura entelequia, un lugar vacío ocupado por una fuerte idea del «deber», descubrirá el vértigo de la lectura, del ser, del placer.

Alan Bennett, que desde 1960 se pasea de la televisión al teatro, del cine a los libros, de la alta a la baja cultura, continúa, para deleite de sus lectores, saltándose todos los límites con esta miniatura exquisita, mordiente y divertida.


2. Dos historias nada decentes

Comprar en Amazon ES Comprar en Amazon USA

La señora Donaldson es una viuda reciente, de cincuenta y cinco años, con una hija casada, puritana e insoportablemente convencional que pretende que su madre viva reverenciando la memoria de un difunto marido muy aburrido. Aburrimiento contra el que la señora Donaldson no se rebelaba, y ni siquiera cuestionaba, educada en la firme creencia de que ser y hacer lo que se espera de nosotros son los pilares de la cotidiana felicidad. O conformidad.

Pero ahora su vida comienza a cambiar. Ha conseguido un trabajo en un hospital: actúa interpretando a pacientes, con sus correspondientes enfermedades, para ilustrar las clases del doctor Ballantyne. Y, de interpretación en interpretación, la señora Donaldson comienza a descubrir pliegues y honduras que ignoraba de sí misma. También ha alquilado una habitación a una pareja de estudiantes que le proponen un pago en especies para saldar lo que le deben: le ofrecerán un espectáculo porno sólo para sus ojos. Y ella, contra todo pronóstico, acepta, los contempla y cuando terminan les ofrece una taza de té. Y comienza La señora Donaldson rejuvenece.

En cuanto a La ignorancia de la señora Forbes, su hijo Graham va a casarse con una chica que lleva el muy vulgar nombre de Betty. Y aunque muy rica, es fea. La dominante y esnob señora no entiende el porqué de todo esto; los guapos siempre se han casado con guapas, y viceversa. Ella lo hizo, y por eso tiene un hijo guapo. Además, su familia está en el escalón más alto de la clase media, donde no se usan nombres como Betty. El señor Forbes, por su parte, asiente a todo, y lo único que le inquieta es que Graham es y ha sido la principal ocupación de su esposa, y si se casa y se marcha, todo el peso de la insoportable señora Forbes recaerá sobre sus hombros. Y el bello Graham, a su manera, quiere a Betty, y hasta puede follar alegremente con ella, siempre que haya un espejo en el que él pueda verse, y quizá imaginar otros cuerpos menos femeninos, como el de Gary, por ejemplo. Porque la señora Forbes ignora muchas más cosas de las que sabe…

Alan Bennett, con su mirada entre cándida y malévola, construye con estos dos relatos, tan indecentes como inteligentes, un conmovedor y muy divertido grotesco de la clase media.


3. Con lo puesto

Comprar en Amazon ES Comprar en Amazon USA

Después de una plácida noche en la ópera degustando Cosi fan tutte del bienamado Mozart, encontrarse la casa desvalijada por los ladrones es, sin duda, un hecho siniestro. Pero si desaparece también la moqueta, el rollo del papel higiénico, el horno y el asado amablemente programado, es evidente que no se trata de un simple hurto. Y la espantada víctima -en este caso un abogado londinense acomodado y pedante- tiene todo el derecho a pensar en una burla del destino o en una nueva fórmula, más bien desorbitada, de cámara indiscreta.

Turbados por una realidad cruel y demencial, el abogado y su apagada consorte, Mr. y Mrs. Ransome, tienen que afrontar un rompecabezas de cómico suspense, del cual salen disparados, como de una caja de sorpresas, turbulentos golpes de escena.

Este relato suscita una reacción casi única en la literatura de los últimos años. Una risa que embiste desde la primera línea, y cuanto más se avanza, más se percibe una inquietante perfidia.


4. La dama de la furgoneta

Comprar en Amazon ES Comprar en Amazon USA

En 1974, cuando Miss Shepherd y su furgoneta se instalaron definitivamente en el jardín de la casa de Alan Bennett, ya hacía varios años que ambas eran conocidas en el barrio. No se podría decir que circulaban, porque la furgoneta de Miss Shepherd era muy poco móvil, y estaba casi siempre aparcada no lejos del convento de la esquina. La primera vez que la vio, Bennett había caído en la trampa, y había aceptado empujarla para que pudiera aparcar en otro sitio, mientras la anciana dama, sentada al volante, ondulaba el brazo haciéndole señas con la gracia de una bailarina. Pero la voz y el gesto de la conductora fueron menos gráciles cuando él ya no pudo más y dejó de empujar, y ella protestó que quería ir mucho más allá, al final de la calle.

Y así, tras algunos extraños encuentros -en 1971 la dama le había confiado que se había cruzado con una serpiente, una boa constrictor que parecía dirigirse a su furgoneta-, y después de que algunos gamberros comenzaran a atacarla, y dos borrachos hicieran trizas minuciosamente los cristales de la furgoneta, Alan Bennett le sugirió que pasara las noches en un cobertizo de su jardín. Aunque, afirma el escritor, él jamás se engañó pensando que su impulso obedecía a razones puramente caritativas; aquel sadismo ejercido a las puertas de su casa le había perturbado demasiado, se pasaba el día vigilando que no le sucediera nada a Miss Shepherd, y así no podía escribir. Y, poco a poco, ella se mudó al cobertizo, y luego mudó la furgoneta -repleta de ropa vieja y de harapos, de bolsas de basura, de trastos indefinibles, y espolvoreada abundantemente con polvos de talco para mantener la higiene- al jardín. Y éste fue el comienzo de una extraña convivencia que duraría quince años, hasta la muerte de la excéntrica, reservada y digna Miss Shepherd, que no era la reina de Inglaterra, aquella lectora nada común de otro de los imprevisibles y seductores relatos de Bennett, sino una persona y una presencia muy reales, y con más de una identidad y una vida, como descubrió Bennett después de su muerte.


5. La ceremonia del masaje

Comprar en Amazon ES Comprar en Amazon USA

Ya se sabe que no hay nada más mundano que un buen funeral.

Y todavía más si se trata de conmemorar a un difunto que, literalmente, ha tenido en sus brazos a la crème de la crème -de ambos sexos- de Londres. Entonces el evento puede volverse, además de mundano, atrozmente íntimo. Y se corre el riesgo de que la ceremonia se descoyunte súbitamente, si en el programa figura un preocupante solo de saxo o si uno de los asistentes se pone en pie para componer un exaltado panegírico de la anatomía del finado. Sobre todo si el puntilloso cronista es Alan Bennett, un gran escritor contemporáneo capaz de hacer que nos retorzamos de risa desde la primera a la última línea.

error: ¡Contenido protegido!