Konrad Lorenz nació en 1903 en Altenberg, una población cercana a Viena. Enseñó anatomía comparada y psicología animal en Viena entre 1937 y 1940, año en que pasa a ocupar la cátedra de psicología humana de la Universidad de Königsberg.
Dirigió el Instituto de Etología Comparada en Altenberg entre 1949 y 1951, el Instituto Max Planck de Fisiología del Comportamiento en Buldern (1950-1954) y en Seewiesen (1955-1973).
A partir de 1973 estuvo al frente del Departamento de Sociología Animal del Instituto de Etología Comparada de la Academia de Ciencias Austriaca. En ese mismo año obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Konrad Lorenz murió en 1989.
1. Cuando el hombre encontró al perro
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Konrad Lorenz nos conduce hasta los orígenes del «encuentro» entre el hombre y el perro, cuando se estableció la relación entre nuestros antepasados con el chacal y el lobo. Estos inicios han influido en todas las formas complejas de comunicación, obediencia, ocio, fidelidad y neurosis que han ido configurando la historia entre amo y perro.
Recurriendo a casos vividos por él mismo, Lorenz ilumina todo el arco de la «canidad» con la gracia de un verdadero narrador, con la precisión y la sutileza de un científico pionero en la investigación de estos temas, y con la fértil inteligencia de un pensador que supo arrojar nueva luz sobre los problemas humanos.
2. Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros
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¿Qué clase de lenguaje poseen los animales, para poder comunicarnos con ellos?, ¿qué código de señales usan las distintas especies?
El hombre que consiguió que un grupo de gansos recién nacidos lo siguiesen instintivamente como si él fuera su madre nos explica sus experiencias, estudios y anécdotas tras años de observación de la conducta de aves, ratas, peces y monos capuchinos.
Y nos describe, por ejemplo, la agitada lucha por la supervivencia en los acuarios, las estrategias alimentarias de la grajilla, los instintos alimentarios de las aves o los espectaculares despliegues en los cortejos de apareamiento.
3. Fundamentos de la etología
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El naturalista austríaco Konrad Lorenz, nacido en 1903, es uno de los creadores de la etología, el moderno estudio comparado de las conductas animales. Por los resultados de una larga vida dedicada a la investigación, fue distinguido en 1973 con el premio Nobel de medicina y fisiología.
El autor presenta en este libro una exposición sistemática de los fundamentos de todo el cuerpo doctrinal de esta joven ciencia. Tras una introducción histórica y una sección metodológica sumamente esclarecedor, en particular para el lector no especialista, ejemplifica y estudia minuciosamente conceptos y fenómenos tan decisivos como, entre otros, lo innato y lo adquirido, los movimientos hereditarios, los estímulos y mecanismos desencadenantes de reacciones, el institno, la adaptación, los procesos de aprendizaje, la conducta exploradora, el juego.
La importancia y capacidad de síntesis de esta obra queda ilustrada por las palabras de T.H. Bullock, de la Universidad de California.
4. Sobre la agresión. El pretendido mal
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Sin duda, uno de los instintos presentes tanto en las especies animales como en el hombre es el instinto de la agresión. Con una penetración que solo puede dar la propia observación personal, Konrad Lorenz nos expone los furiosos combates territoriales de los peces de vivos colores que habitan los arrecifes de coral; la interesante vida conyugal y social del nicticórax, que no conoce individualmente a ninguno de sus congéneres, y aún menos tiene con ellos lazos de amistad personal; el temible «clan» de las ratas, que para los miembros de otras tribus se convierte en un enemigo sediento de sangre.
Sobre la agresión expone principalmente el comportamiento de aquellos seres en que el vínculo del amor y la amistad personales se opone al instinto de agresión y facilita la pacífica cooperación de varios individuos. En la vida social de los gansos silvestres, que hace muchos años son objeto de su más intensa investigación, ilustra sorprendentes analogías entre animales y personas y demuestra de modo convincente que ese vínculo, el más hermoso y fuerte de todos, no apareció en el mundo con el hombre.